miércoles, 13 de abril de 2011

EL CAMPICHUELO: SECRETOS DEL ROMÁNICO


Entre la Sierra de Bascuñana y la Serranía de Cuenca, se extiende una pequeña comarca, casi olvidada, en una sucesión de suaves lomas y valles agrícolas, en los que surgen pequeños pueblos, cada uno con su iglesia románica. Mariana, Sotos, Collados, Torrecilla, Pajares, Villaseca, Ribatajadilla, Ribatajada, Ribagorda y La Frontera están ahí, a pocos kilómetros de la capital, esperando al viajero que quiera descubrir sus secretos del románico.
Texto y fotos: Santi Cuerda
Para recorrer  El Campichuelo, recomiendo encarecidamente el libro “La fuerza interior”, número 2 de la colección “Tierras de Cuenca”, del viajero y escritor conquense José Luis Muñoz.
En él se nos cuenta que estos pequeños templos, diseminados a lo largo de todo El Campichuelo, fueron construidos durante la repoblación cristiana, a finales del siglo XII y a lo largo del XIII, y son de los pocos ejemplos de arquitectura románica que se conservan en la provincia. En realidad pertenecen a un románico tardío o protogótico. Junto a los arcos de medio punto, aparecen ya algunos arcos ojivales.
El estado de conservación de estas construcciones es desigual. Prácticamente todas, como es lógico, cuentan con añadidos posteriores, que respetan más o menos la originalidad de los templos. Pero aún es posible deleitarse con las portadas de arcos de medio punto y los ábsides circulares, en las iglesias de Mariana, Sotos, Torrecilla, Villaseca, Ribatajada y Ribatajadilla, y la ermita de la Virgen de Horcajada, en Ribagorda.
Como hemos dicho, el origen de estos templos se remonta hasta la repoblación cristiana, tras la victoria militar del rey Alfonso VIII, que conquista Cuenca a los musulmanes en 1177. Tras la huída de éstos, se planteaba la ímproba tarea de asentar nuevas poblaciones cristianas que cultivaran las tierras y estructuraran el reino de Castilla, evitando la existencia de grandes zonas vacías. Los fueros protegieron a esos nuevos pobladores, que venían de tierras viejas castellanas, León y la Rioja. Se les brindaron terrenos e, incluso, a los prófugos, el perdón real. Estos repobladores fundaron pueblos y, en ellos, construyeron las iglesias que necesitaban para la práctica de su fe, imitando, con un estilo popular, a las que había en sus lugares de origen.
Los olmos acompañan a estas reliquias del románico. Algunos, por desgracia, muertos por la plaga de la grafiosis, que los diezmó por toda Europa. Pocos ejemplares sobreviven, desafiando el paso del tiempo, como el que hay en la plaza de Collados. Una miríada de abejas, en un estruendoso zumbido, delataban, hace bien poco, su afán por polinizar las flores nuevas. Promesa de futuras mieles.
Adentrarnos por la carretera que recorre El Campichuelo, la que fuera la primera en la provincia,  construida para permitir el acceso del rey Fernando VII y su esposa, María Amalia, al Real Sitio del Solán de Cabras, para tomar las aguas benéficas que pudieran obrar el milagro de darle algún hijo varón, nos permitirá a nosotros recorrer esta comarca, queda y silenciosa, acompañados, al principio, por el río Mariana. Descubrir campos cultivados, en el valle, encinares por Bascuñana y pinares por la Serranía. Algunos campos de mimbre, y pueblos encalados. Sobre las puertas, los curiosos tejaroces, pequeños tejados a dos aguas, adosados a la fachada, que son el distintivo de la arquitectura popular de esta zona.
Y, llegados a La Frontera, la frontera entre Alcarria y Sierra, el límite norte del Campichuelo, podremos curtir nuestra garganta con el típico aguardiente, de venta clandestina. Pero ése ya es otro secreto.









1 comentario:

  1. Buena entrada Santi:
    Bonitas y muy poco conocidas iglesias.
    Me obligas a visitarlas para poder ampliar el muestrario del románico de esta tierra que ya tengo en mi blog, y además a no mucho tardar, pues por razones familiares, Cuenca es mi
    segunda patria.
    Un saludo.
    Romanicodemiguel

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