jueves, 28 de abril de 2011

II Marcha a pie: Cuenca dice NO al cementerio nuclear

En un ambiente festivo, se recorrerán los 6,5 km que separan la urbanización Casalonga y la localidad de Villar de Cañas. La marcha se iniciará a las 11:00 h.
La Marcha entrará en la Plaza Mayor de Villar de Cañas a las 14:15 h., a pesar de que el Ayuntamiento de Villar de Cañas ha intentado (mediante un escrito a la Subdelegación) que dicha marcha no entrara en el pueblo. Pero, con buen criterio, los manifestantes no han recibido impedimento para llegar hasta la misma puerta del Ayuntamiento de la localidad y, ejerciendo su derecho de reunión, mostrar a la corporación y los vecinos que existe una oposición generalizada al cementerio nuclear.

Independientemente de las condiciones meteorológicas, la marcha se realizará. En caso de lluvia (que puede ser intermitente) se recomienda a los asistentes que vayan provistos de chubasqueros o paraguas, si bien se prevén temperaturas muy agradables.


Los vecinos de Cuenca capital saldrán en vehículos particulares, desde la piscina cubierta (Complejo Luis Ocaña), a las 9:30 h. del sábado. Las personas que quiera acudir, y no dispongan de vehículo, podrán incorporarse, dirigiéndose a dicho lugar.

miércoles, 27 de abril de 2011

Fiesta del olivo de la Alcarria


Os recomendamos asistir, el próximo sábado, 30 de abril, a esta Fiesta del Olivo de la Alcarria, que tendrá lugar en Valdeolivas, con numerosas y muy diversas actividades a lo largo de toda la jornada: exposiciones, charlas, recital de poesía, cata de aceite, mercadillo, etc.

miércoles, 13 de abril de 2011

EL CAMPICHUELO: SECRETOS DEL ROMÁNICO


Entre la Sierra de Bascuñana y la Serranía de Cuenca, se extiende una pequeña comarca, casi olvidada, en una sucesión de suaves lomas y valles agrícolas, en los que surgen pequeños pueblos, cada uno con su iglesia románica. Mariana, Sotos, Collados, Torrecilla, Pajares, Villaseca, Ribatajadilla, Ribatajada, Ribagorda y La Frontera están ahí, a pocos kilómetros de la capital, esperando al viajero que quiera descubrir sus secretos del románico.
Texto y fotos: Santi Cuerda
Para recorrer  El Campichuelo, recomiendo encarecidamente el libro “La fuerza interior”, número 2 de la colección “Tierras de Cuenca”, del viajero y escritor conquense José Luis Muñoz.
En él se nos cuenta que estos pequeños templos, diseminados a lo largo de todo El Campichuelo, fueron construidos durante la repoblación cristiana, a finales del siglo XII y a lo largo del XIII, y son de los pocos ejemplos de arquitectura románica que se conservan en la provincia. En realidad pertenecen a un románico tardío o protogótico. Junto a los arcos de medio punto, aparecen ya algunos arcos ojivales.
El estado de conservación de estas construcciones es desigual. Prácticamente todas, como es lógico, cuentan con añadidos posteriores, que respetan más o menos la originalidad de los templos. Pero aún es posible deleitarse con las portadas de arcos de medio punto y los ábsides circulares, en las iglesias de Mariana, Sotos, Torrecilla, Villaseca, Ribatajada y Ribatajadilla, y la ermita de la Virgen de Horcajada, en Ribagorda.
Como hemos dicho, el origen de estos templos se remonta hasta la repoblación cristiana, tras la victoria militar del rey Alfonso VIII, que conquista Cuenca a los musulmanes en 1177. Tras la huída de éstos, se planteaba la ímproba tarea de asentar nuevas poblaciones cristianas que cultivaran las tierras y estructuraran el reino de Castilla, evitando la existencia de grandes zonas vacías. Los fueros protegieron a esos nuevos pobladores, que venían de tierras viejas castellanas, León y la Rioja. Se les brindaron terrenos e, incluso, a los prófugos, el perdón real. Estos repobladores fundaron pueblos y, en ellos, construyeron las iglesias que necesitaban para la práctica de su fe, imitando, con un estilo popular, a las que había en sus lugares de origen.
Los olmos acompañan a estas reliquias del románico. Algunos, por desgracia, muertos por la plaga de la grafiosis, que los diezmó por toda Europa. Pocos ejemplares sobreviven, desafiando el paso del tiempo, como el que hay en la plaza de Collados. Una miríada de abejas, en un estruendoso zumbido, delataban, hace bien poco, su afán por polinizar las flores nuevas. Promesa de futuras mieles.
Adentrarnos por la carretera que recorre El Campichuelo, la que fuera la primera en la provincia,  construida para permitir el acceso del rey Fernando VII y su esposa, María Amalia, al Real Sitio del Solán de Cabras, para tomar las aguas benéficas que pudieran obrar el milagro de darle algún hijo varón, nos permitirá a nosotros recorrer esta comarca, queda y silenciosa, acompañados, al principio, por el río Mariana. Descubrir campos cultivados, en el valle, encinares por Bascuñana y pinares por la Serranía. Algunos campos de mimbre, y pueblos encalados. Sobre las puertas, los curiosos tejaroces, pequeños tejados a dos aguas, adosados a la fachada, que son el distintivo de la arquitectura popular de esta zona.
Y, llegados a La Frontera, la frontera entre Alcarria y Sierra, el límite norte del Campichuelo, podremos curtir nuestra garganta con el típico aguardiente, de venta clandestina. Pero ése ya es otro secreto.









martes, 12 de abril de 2011

TESTIMONIO LITERARIO DE POETAS VIAJEROS. UN PASEO POR TIERRAS CONQUENSES

Por Santiago Cuerda Morcillo (colaboración en el libro "115").
Fotografías: Jesús Cañas del Pozo


 

La idea de un auténtico disfrute de la belleza natural y el patrimonio cultural de un pueblo debe mover e impulsar al viajero a darse un paseo por sus tierras y a aproximarse y conocer a sus gentes, tanto ilustres, como sencillas, sobre todo a estas últimas, que es donde reside esa vis popular, con su carácter, temperamento, sus creencias, leyendas, y tradiciones rituales y mágicas.

En este contexto, pueden tener algún significado las siguientes líneas, que pretenden hacer ver un poco de tanto sobresaliente como poseen estas hermosas tierras que nos envuelven y empapan, este entorno singular que nos atrae y apasiona con especial sentimiento.

El viajero escritor, que llegaría a ser académico y senador, “enfant terrible” de las tierras españolas, y quién sabe cuantas cosas más, dijo de la Alcarria, y bien hubiera podido decirlo también de la Mancha y de la Sierra conquense, extrapolando la idea: que “es un hermoso país, al que la gente no le da la gana de ir”.


Porque Cuenca y su provincia, con sus innegables encantos y la diversidad de su relieve, únicamente son conocidos para una minoría.

Los poetas viajeros vieron sin adelantos viarios, vieron y cantaron a Cuenca con bellas estrofas de acendrados versos: “Agua verde, verde, verde/ agua encantada del Júcar/ verde del pinar serrano/ que niña te vio en la cuna”. Gerardo Diego. O de aquel otro, con muerte acelerada y violenta desaparecido, nuestro admirado García Lorca: “¿Has visto grieta azul de luna rota/ que el Júcar moja de cristal y trinos?”.La anterior afirmación de Camilo José Cela en el prólogo de su “Viaje a la Alcarria” hacia la mitad de los años cuarenta, hoy es sólo una verdad a medias, esperando que en un futuro no lejano deje de tener realidad.

 

Obligado es mencionar a nuestro cronista y poeta Federico Muelas, de la Cuenca “de peldaño en peldaño fugitiva”.
Por la amistad que me une, y por su buen hacer, quiero resaltar también la figura de José Luis Lucas Aledón, el poeta de los Viajes, que se recrea en los idílicos hocinos y se refresca en las límpidas aguas de las fuentes cantarinas.

Hoces rocosas, boscosos parajes, vaguadas pletóricas de vida, todas las fuerzas de la naturaleza puestas en acción.

 


¿No son tierras altivas y, serenos los altos pinachos, convertidos en albas cumbres en los gélidos inviernos? ¿No se divisan desde su altura amplios horizontes, donde majestuosamente vuelan el águila y el buitre? En vericuetos y recovecos ¿no encuentran acomodo la flora y la fauna: el pino y el roble, quejigo y carrasca, el oso y el venado? Pequeñas comarcas y recogidos valles, húmedos y fértiles; tormentas y lluvias, que alimentan fuentes cantarinas, hondonadas y profundos barrancos, madre de los adolescentes y bulliciosos ríos. Aguas vivas o tranquilas, fertilizantes aguas, furiosas o remansadas aguas. El suave batir de las ramas, el cielo azul y limpio en las alturas, el canto de los pájaros en la espesura.

Multitud de rocas evocan figuras diversas, inagotables, fantasmagóricas, caprichosas e inverosímiles. A la pétrea cabeza llamó Góngora "Dama de pedernal".

Rebaños pastando en verdes y frescos pastizales. La vida pastoril en las montañas, dura en el frío invierno, se convierte en placentero disfrute en el tiempo bueno. Cientos de rincones secretos guardan estas montañas con su gozoso misterio y encanto para el curioso viajero.

Sobre suaves colinas aparecen vestigios de antiguas construcciones, recuerdos de épocas pasadas, fortificaciones fronterizas protectoras, y escudos nobiliarios en las casas de abolengo.

Multicolores vecinos en los dorados trigales, alondras, palomas torcaces, águila y halcón, en peregrino vuelo surcan limpios y transparentes cielos, pájaros cantores que alegran estíos.

Cruzando el puente romano, hoy modernizado, que hace asequibles los enfrentados paredones de la hoz del Huécar, la piedra caliza que sirve de pilar y basamento a la gótico-normanda catedral de Santa María de Gracia, elegantes y altivas las Casas Colgadas, dando la cara al convento de San Pablo, en la actualidad Parador Nacional. Vetustos rascacielos mirando a las dos hoces. Más adelante, el hocino idílico de Muelas, refugio de ermitaño. La cabeza de piedra en equilibrio.


 


Cuantos se adentran en las quebradas calles, en busca de insólitas emociones captan enseguida el innegable canto mistérico, que sus piedras despiertan. Calles retorcidas, estrechas, empinadas, recostadas sobre otras como para no caer. Tejados escalonados, saledizos, atrevidos, sostenidos más por la inercia de los siglos, que por las leyes de gravitación.

¿Qué más de su riqueza patrimonial puede decirse en tan corto espacio?

Patrimonio del mundo, intemporal,
fortificada, angosta, amurallada,
acosada, agraviada y desmochada,
luchadora, aguerrida y medieval.

Piadosa, vaticana y abacial,
afamada, admirable y admirada,
celebrada, feliz y afortunada,
adelantada, noble y señorial.

Abandonada, absorta y desvalida,
inconclusa, escarpada y soñadora,
silenciosa, fugaz y dolorida.

De cuna cristiana, judía y mora,
altivo roquedal, ciudad perdida,
enamorada, alada y voladora.

El viajero Ortega y Gasset llamó a la encantada ciudad “Cogollo de España”, ciudad con olor a malvavisco y zaratán, a tomillo y espliego, a jara y romero.

Transcurrido el frío invernal, las gentes que habían permanecido como aletargadas en los pliegues de la tierra, comienzan una nueva vida al calor del sol primaveral.





Es fascinante sumergirse y bucear en el pasado buscando los pequeños y grandes tesoros, que agazapados están ahí esperando ser mostrados. Realmente compensatorio rememorar espacios y personas, que nos han precedido haciendo importante nuestra historia: Los Carrillo de Albornoz, Cabrera, Luna, Fernán Caballero, etc. La lista sería interminable.

O aquellas otras, en que la diosa griega Silene baja a bañarse en las gélidas aguas del Escabas, en la espectacular hoz del Estrecho de Priego, a los pies del convento de San Miguel de las Victorias, y del Cristo de la Caridad o Misericordias.

Quiero terminar el presente testimonio, no sé si alcanzará la denominación de paseo literario, con la tercera de las décimas dedicadas bajo el título “Virgen de la Faz Morena “ a Nuestra Patrona, la Virgen de la Luz, publicadas en mi libro “Camino del despertar”:

Madre de excelsa pureza,
Estrella, mi Norte y Guía,
Dueña de la serranía,
reflejo de tu belleza.
Dótame con la destreza
en este afán caminero,
y anda conmigo el sendero,
pisada firme en la breña,
-rapaz, pino, cielo y peña-
entre tomillo y romero.


La anterior reflexión evoca en mi imaginación y memoria “aquellas noches de cúpula celeste tachonada de estrellas”, en las que, desde la ventana de un pequeño cuarto estudiantil de seminario, vivía la privilegiada contemplación del inigualable escenario de la hoz del Júcar, regador de verdes esmeraldas por la tierra mágica.

 

Pormenorizar sus obras, sus reliquias históricas y tantos atractivos requeriría llenar muchos folios. Nosotros disponemos de bastante menos. Nos conformaremos, pues, con haber intentado abrir el apetito cultural al futuro visitante de Cuenca.